(Esta entrada deberías leerla después de haber visto el documental de la entrada anterior).
Edward Thorndike, junto con Ivan Pavlov, B.F. Skinner y otros psicólogos, asumieron como mecanismo esencial del aprendizaje la llamada «Ley del Efecto», descubierta por el primero de ellos en una serie de experimentos en donde unos gatos debían empujar una serie de pestillos y cuerdas para salir de la caja donde estaban confinados. Tales experimentos dieron lugar a la tesis doctoral de Thorndike, leída en 1898, y descrita y discutida con mayor precisión en su famoso libro sobre Inteligencia Animal de 1911.
La Ley del Efecto de Thorndike es, en la práctica, una transposición de la teoría darwinista de la evolución de las especies al campo del aprendizaje de nuevas conductas. Al igual que aquella, mantiene que para que un nuevo comportamiento adaptativo (inteligente) surja y se mantenga son necesarios dos mecanismos básicos: variación y selección. Mediante variaciones de los comportamientos existentes se producen nuevas conductas que se enfrentarán a los nuevos retos que plantean las nuevas situaciones. Pero sólo aquellas variantes que resulten exitosas, sobrevivirán y se mantendrán «ligadas» a la nueva situación, de forma que si ésta vuelve a presentarse aquellas conductas reaparecerán (selección del comportamiento adaptativo). A ésta forma de aprendizaje se la conoce como «Aprendizaje por ensayo y error». Nada hay de planificación previa, inteligencia o diseño que anticipe la solución. Ésta aparecerá como consecuencia de la interacción continua de dos mecanismos básicos, variación y selección, a través de un proceso gradual y progresivo de pequeños cambios acumulativos. La conducta no es inicialmente inteligente ni va dirigida a ninguna meta o finalidad. El sentido adaptativo, la «inteligencia» o el propósito de tales comportamientos son etiquetas que añadimos a dichas conductas cuando observamos los resultados del mismo al final del proceso. Lo mismo que nuestro cuerpo tiene dos ojos, dos piernas, dos brazos y simetría bilateral no porque esa característica fuera el objetivo impulsor o meta a la que se dirigió la evolución de nuestra especie (explicación lamarkiana) sino porque resultó ser la variante que sobrevivió en nosotros y nuestros ancestros de entre las opciones disponibles (pero pudo haber otras…).
El problema, tanto para la explicación darwinista como para el aprendizaje por ensayo y error reside en las soluciones complejas, aparentemente irreductibles a cambios más simples. En el documental de la entrada anterior vimos lo que ocurría con el famoso flagelo bacteriano, una compleja estructura cuya aparición, aparentemente, tenía dificultades para ser explicada por acumulaciones de pequeños cambios graduales previos. «Complejidad irreductible» fue la explicación propuesta , pseudo explicación que no explica nada, solo enuncia de nuevo el problema con un nuevo término (pero poner nombres a las cosas no es explicar como funcionan: ver esta entrada anterior).
Durante la primera guerra mundial, el psicólogo Wolfgang Köhler, junto con su esposa Eva, realizaron una serie de experimentos con chimpancés en el que de hecho fue el primer centro de primatología del que tenemos noticia: la, recientemente desaparecida casa amarilla de la isla de Tenerife (en realidad un centro de espionaje de tráfico marítimo al servicio del gobierno alemán). En dichos experimentos se enfrentó a estos animales a diversos problemas complejos, el más famoso de los cuales fue colgar un plátano inaccesible ante el chimpancé y dejar varias cajas por su jaula. Inicialmente el chimpancé se mostró aparentemente estúpido, dando saltos para tratar de coger el plátano, aunque tras cierto tiempo de infructuosos ensayos colocó una caja bajo el plátano, se subió en ella y lo alcanzó. Para Köhler la solución se produjo de forma instantánea , por intuición («insight»), es decir, por la captación repentina de la estructura perceptiva del problema. El aprendizaje por insight pronto se convirtió en un buen candidato para separar a los humanos del resto de las especies, en un nuevo ataque de orgullo antropocéntrico, eso sí, esta vez compartido con los primos primates. Y si de paso se dañaba al maldito y peligroso conductismo…miel sobre hojuelas.
A pesar de que en la literatura aparecen frecuentes dificultades al tratar de reproducir los hallazgos de Köhler bajo condiciones más controladas que las que se dieron en la casa amarilla (en donde no se controló la posible experiencia previa de los animales en problemas similares surgidos en su medio natural) …la palabra mágica «insight», aprendizaje por discernimiento o «intuición» ha servido para tranquilizar a quienes abominan de la idea de que el ser humano comparta mecanismos de aprendizaje simples con los demás animales.
Lo malo es que el decir que un sujeto aprende por intuición o discernimiento, lo mismo que el decir que una estructura compleja es irreductible a partes más simples se enuncia un problema, no una solución. Y, peor aún, parece vetarse las posibles soluciones procedentes de un análisis más penetrante del problema.
En 1984, Robert Epstein, un discípulo de Skinner, junto con un grupo de colaboradores, publicaron un experimento en la prestigiosa revista Nature, en donde entrenaron a unas palomas en los siguientes tres repertorios de conducta:
1) Picar una pequeña banana de plástico
2) Empujar una cajita hacia un punto del suelo marcado con una mancha (colocada en diversas posiciones aleatorias durante el entrenamiento)
3) Subirse a la cajita
Después de que dichos repertorios fueron entrenados por separado, se enfrentó a los sujetos al nuevo problema: se colocó la banana a una altura inaccesible y una cajita en un lugar aleatoriamente elegido. Al principio la paloma, tal como podemos ver en el siguiente video, se mostró particularmente estúpida, como los monos de Köhler, tratando de alcanzar mediante saltos la banana. Pero en muy poco tiempo «se hizo la luz» en sus cabecitas: empujaron la caja bajo la banana, se encaramaron y acabaron picando el plátano.
Sentimos decirlo, pero el famoso problema planteado por Köhler a sus chimpancés no requiere una solución de una complejidad irreductible. Este experimento de Epstein y colaboradores demostró, por el contrario, que la solución del problema requería el previo dominio de las habilidades de desplazamientos direccionales de objetos y de encaramarse. La conducta dirigida a una meta o propósito, la conducta inteligente, no se explica teleológicamente por los empujes de la necesidad o finalidad, sino por la historia pasada del organismo.
Fuentes:
W. Köhler (1925) The mentality of apes
‘Insight’ in the pigeon: antecedents and determinants of an intelligent performance
[…] aparente complejidad, también en psicología, suele poder explicarse con mucha sencillez, como propone SANTIAGO BENJUMEA, que es como seguramente también abordará Enrique Pampliega […]
¿Por qué los que dicen «es que los seres humanos somos… diferentes, y aprendemos de otra manera» no entiendes estas cosas?
(frasecita de uno de mis loves, por cierto)
(Y tengo un blog -que raro- nuevo)
Feliz entrada y salida de año ^__^
Bueno, pero ¿cómo se le ocurre a la paloma combinar lo aprendido por separado?
Es muy buena la información que brindas, yo soy estudiante de psicología y disfruto mucho mi carrera y el intentar comprender el comportamiento dado por el aprendizaje, para mi el proceso del Aprendizaje por “insight”: lo explica muy bien el inicio de la pelicula 2001: odisea espacial del director Stanley Kubrick.
En el artículo se mencionan los mecanismos básicos la variación y la selección, me gustaria saber más sobre ellos, que son y cuantos hay y donde puedo saber más sobre los mecanismos básicos del ser humano, agradecería su aportación ya que me dejaron investigar sobre ellos.
[…] Aprendizaje por “insight”: el diseño inteligente de la inteligencia “superiorR…. […]
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